La Fiesta de la Virgen de Urkupiña en Córdoba, Argentina.
Al ritmo de diabladas,
morenadas, pujillay, llameradas y
caporales se celebró el sábado 16 de
agosto la fiesta de la “mamita de
Urkupiña” en Barrio Villa Libertador de la ciudad de Córdoba, Argentina.
La festividad de la Virgen de Urkupiña, oriunda de
Quillacollo (Cochabamba -Bolivia), se festeja hace 29 años en Córdoba desde que un grupo de residentes bolivianos la
trajo a la ciudad. El barrio creció al ritmo de la migración y también la
fiesta, la que conservando su espíritu
religioso, de regocijo y de
agradecimiento, se ha convertido en un atractivo del sincretismo y la
interculturalidad que colorea a Córdoba.
La historia de la “mamita de Urkupiña”, advocación de la
Virgen María, remonta a su aparición en
el cerro de la Qota (cercano a Quillacollo) en la época de la colonia; y en las
fiestas en su honor se entrelazan la fe,
los ritos paganos, los rituales de
fertilidad de agosto, las tradiciones
culturales y danzas que recuperan la
historia y las historias del sometimiento y la dominación del pueblo boliviano.
La fiesta, que dura
tres días, tiene su punto culminante el
día sábado con la misa en acción de gracias, la procesión, el desfile, los bailes y las comidas típicas.
El viernes por la tarde, el día llamado de la “Víspera”, se hace una misa, se
presentan promesas por parte de los devotos, se bendicen los trajes de los
bailarines de las diferentes fraternidades y se anticipa lo que será la
fiesta del fin de semana, que concluye
el domingo.
El sábado, el movimiento alrededor de la plaza y de la
iglesia comienza temprano, y pueden observarse los vecinos vistiendo y
adornando los autos que acompañarán el desfile con telas típicas peruanas,
peluches, billetes y objetos de todo tipo
en símbolo de agradecimiento a la virgen por lo recibido y por lo que
vendrá.
A la misa de 11, los feligreses llevan las vírgenes de sus hogares para ser bendecidas y sumarlas a la procesión y al festejo. Es movilizante ver la devoción de los vecinos portando las imágenes que visitan a la Virgen de Urkupiña, en su casa. Terminada la misa, y en una salida triunfal en la que se festeja con papel picado y un sahumado de las vírgenes con coha -una planta ritual- , se inicia la procesión por las calles del barrio. Vírgenes de todos los tamaños vestidas con diferentes colores, e inclusive cuadros o estampitas marchan en procesión junto a vecinos, turistas y autoridades religiosas, civiles y militares que acompañan la celebración. Porque la devoción por la virgen de Urkupiña para el pueblo boliviano tiene una intensidad que solo la fe, y los misterios y la fuerza de la Pachamama pueden explicar. Esta devoción y popularidad fue lo que hizo, precisamente, que en 1985 se declarara el 15 de agosto, el día de la virgen, como “Día de la Integración Nacional” para el pueblo boliviano.
A la misa de 11, los feligreses llevan las vírgenes de sus hogares para ser bendecidas y sumarlas a la procesión y al festejo. Es movilizante ver la devoción de los vecinos portando las imágenes que visitan a la Virgen de Urkupiña, en su casa. Terminada la misa, y en una salida triunfal en la que se festeja con papel picado y un sahumado de las vírgenes con coha -una planta ritual- , se inicia la procesión por las calles del barrio. Vírgenes de todos los tamaños vestidas con diferentes colores, e inclusive cuadros o estampitas marchan en procesión junto a vecinos, turistas y autoridades religiosas, civiles y militares que acompañan la celebración. Porque la devoción por la virgen de Urkupiña para el pueblo boliviano tiene una intensidad que solo la fe, y los misterios y la fuerza de la Pachamama pueden explicar. Esta devoción y popularidad fue lo que hizo, precisamente, que en 1985 se declarara el 15 de agosto, el día de la virgen, como “Día de la Integración Nacional” para el pueblo boliviano.
Y mientras por las calles laterales los platos típicos de
Bolivia, bendecidos como todo y todos en la ceremonia, deleitan el paladar de los visitantes, durante toda la jornada y hasta el anochecer,
las calles de la plaza son el escenario del color y la alegría. Gauchos y
paisanas festejan los bailes folklóricos
argentinos; diablos con trajes y máscaras bailan bajo las órdenes del
Arcángel Gabriel en una lucha entre el bien y el mal; el tintinar de cascabeles o ruidos de
matracas remedando cadenas imponen el
ritmo en las morenada, y la
sensualidad de las mujeres, y la
acrobacia y saltos de los varones en
los caporales honoran a la Virgen de Urkupiña,
y a todas las vírgenes, que han sido colocadas una al lado de la otra en pedestales presidiendo
el desfile. Un desfile de danzas, destreza
física, tradiciones, trajes multicolores
bordados con lentejuelas, máscaras, olores y sabores
que hacen de la festividad religiosa una fiesta de todos los sentidos e impregnan de sentidos el encuentro de culturas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario